jueves, 12 de noviembre de 2009

Comentario IV / El Estado del Bienestar

El Estado del Bienestar o “Welfare State” no apareció de repente. Para encontrar sus orígenes hay que remontarse a Europa en las primeras fases de la Revolución Industrial en el siglo XIX, cuando se empiezan a abordar los temas referentes a la masa obrera (higiene y seguridad laboral, salario mínimo, etc.). Por tanto, este modelo de Estado es una construcción histórica de carácter europeo, impulsado a base de revoluciones y movimientos sociales en busca de poder desterrar algún día de nuestro vocabulario la palabra desigualdad.

Tras la Segunda Guerra Mundial, y con la “amenaza” de un Estado socialista como vecino, los distintos países de Europa comenzaron a desarrollar una cantidad ingente de políticas públicas orientadas a acabar con la desigualdad, abordando los problemas derivados de la transición de los individuos a estados vitales pasivos (vejez, desempleo, enfermedad), y respondiendo, en parte, a las reivindicaciones históricas del movimiento obrero. La ejecución de todas estas políticas públicas supuso, y supone un enrome crecimiento del gasto público (en partidas destinadas a protección social), y un constante aumento de personas dependientes. Asimismo, se entra en un periodo de paz social sin precedentes.

Abordados los problemas “históricos”, otrora dramáticos, surgen otros nuevos. La terciarización de las economías europeas, las amenazas de la globalización (deslocalización industrias, etc.), los flujos migratorios, o una excesiva burocratización del sistema, conforman un conglomerado de problemas para el Estado del Bienestar, cuya legitimación se resiente. Si bien en la conciencia colectiva europea el bienestar es innegociable, y un sistema del que sentirse orgulloso, son muchas las voces (liberales) críticas al mismo, por su elevado gasto social, pos su supuesta ineficacia e ineficiencia a la hora de resolver conflictos, etc. Esto unido con la potenciación interesada de un individualismo brutal, hace que los cimientos del Estado del Bienestar se tambaleen.

No obstante, y lejos de volver a modelos históricos previos (aunque como en el caso de las precarias condiciones laborales, algunos/as estén muy interesados), la solución a los problemas del Estado del Bienestar pasa por redefinir el mismo, y no me refiero a jibarizarlo, a minimizarlo, me refiero a profundizar en él, a complementar los objetivos básicos, y a centrarse en la mejora de las respuestas públicas a problemas colectivos. Como bien dice el autor del texto, lo primordial es la concienciación de las sociedades europeas, a través de la educación y de políticas centradas en conciliación socio-laboral-familiar y la inclusión y movilidad social, en torno a la idea de lo colectivo. La potenciación de la empatía y de la colectivización de los problemas individuales. Actualmente el Estado del Bienestar no es sostenible, es necesario, es imprescindible. Desprenderse del mismo sería un suicidio colectivo. Hay que redefinir y actualizar el pacto social, no volver al estado de naturaleza hobbesiano.



.Imagen: Mofa sobre el concepto de PRIVATIZACIÓN


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