Haciendo un breve repaso de la historia del pensamiento financiero, podemos identificar varios ejes clave para un análisis más preciso. Estos ejes siempre se van a encontrar dentro de un continuo cuyos extremos lo constituyen por la derecha el neoliberalismo y por la izquierda la socialdemocracia.
Los ejes que podemos identificar son: la asignación eficiente de los recursos, el papel del Estado como agente económico, los tipos de impuesto, y los efectos de la acción fiscal del Estado en la renta.
En este sentido, las primeras teorías elaboradas en clave neoliberal serían las de la escuela fisiocrática, donde el papel del Estado sería marginal, con un margen de obra reducido ya que existiría un “orden natural” impuesto por la providencia que marcaría los límites dentro de los que puede operar el Estado. Abogarían por un impuesto en relación con la tierra y estaría caracterizada por un fuerte laissez-faire económico. En contraposición se situaban los cameralistas, que defendían un papel del Estado activo, que acepta la responsabilidad de las condiciones morales y de bienestar de sus súbditos.
Siguiendo en el tiempo observamos cómo, dentro de la hacienda pública clásica, autores como Stuart Mill, David Ricardo o Adam Smith coinciden en dos pilares comunes. El pilar político de la filosofía liberal, y el pilar económico de su teoría del desarrollo. Esta escuela de hacienda pública clásica nos aportó la teoría “constitucional” de la actividad económica del Estado resumida en tres dogmas: la neutralidad impositiva, el equilibrio presupuestario y la “justa” distribución de la carga impositiva. Gladstone pondría en práctica todo ello durante su mandato en Inglaterra a mediados del siglo XIX.
En cuanto a los fundamentos de las socialdemocracias europeas tenemos que remontarnos a Adolph Wagner. En este sentido las ideas del autor se basan en un alto gasto público, un alto nivel de renta per càpita, además de un crecimiento económico razonable. El Estado cumple un papel protagonista en la asignación eficiente de recursos y en la redistribución de la riqueza. La teoría de la elección colectiva es aún más actual. Actualmente todos los países europeos tienen como sistema político la democracia, y la práctica totalidad de las decisiones en el terreno económico son alcanzadas mediante acuerdos conjuntos garantizando la actuación cooperativa de todos los miembros del grupo. En cuanto a la búsqueda del apoyo mayoritario sigue existiendo uno de los dos tipos de decisiones fiscales: las propuestas de gasto público de las que se derivan beneficios especiales para un grupo social.
En definitiva, desde los inicios de la historia del pensamiento financiero quedaron claras dos corrientes teóricas. Aquéllas que apostaban y apuestan por un Estado policía que intervenga lo justo en la economía y deje que el Estado actúe, y aquéllos que creen que el Estado tiene un papel protagonista en la actividad económica y que debe moralmente corregir los fallos del mercado en la asignación de los recursos y en la redistribución de la renta.
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